Vivimos tiempos de igualdad, libertad, oportunidades… o eso es lo que creemos. Parece imposible, pero en nuestro mismo mundo, aunque nos resulte lejano y añejo, aún existen vestigios de épocas pasadas, injusticias tan grotescas que pensamos que son irreales, que hace mucho tiempo dejaron de suceder a nuestro alrededor.
Quizás el quid de la cuestión radica en una cuestión de suerte, nada más. Suerte de no ser esclavos y dependientes de unas normas equivocadas que vulneran la integridad y la libertad que tod@s deberíamos poseer, independientemente de nuestra religión, raza y/o sexo. Hay muchas personas que no pueden disfrutar de esos derechos esenciales que nosotr@s ya damos por hecho. Muchísimas personas.
Es posible que no podamos cambiar ciertas cosas, que nunca lleguemos a cambiarlas por completo, pero al menos podemos intentarlo. Como en el caso de Sakineh Mohammadi.
Te invito a que firmes esta propuesta porque quizás, gracias a ella y al apoyo de mucha gente como tú y como yo, podamos conseguir que esta mujer tenga esa “suerte” que todos deberíamos poseer y así evitemos su lapidación.
¿Su pecado? Ser mujer.
¿Su castigo? La muerte.
¿Por qué? Nunca llegaré a entenderlo.
Si no quieres hacer oídos sordos a esta despreciable condena, firma aquí.
GRACIAS.