martes, 27 de noviembre de 2012

III Encuentro RA

Dentro de poco más de dos meses tendrá lugar en Madrid el III Encuentro RA. ¿Que no sabéis lo que es? ¿A estas alturas? Sacrilege! Bueno, no pasa nada, yo os lo explico. Después no digáis que no os avisé con tiempo… 

El I Encuentro RA tuvo lugar hace ya dos años, con Merche Diolch —administradora de la web Yo leo Ra— como alma mater, con la intención de reunir durante unas horas en un mismo ámbito a autores, lectores y demás integrantes del mundo editorial, para así dignificar como se merece ese género tan vilipendiado por algunos que es la literatura romántica en todas sus vertientes. De cualquier modo, el fin principal de estos encuentros es el acercamiento entre el autor y el lector, el «tú a tú», porque seamos sinceros: los lectores constituyen el eslabón más importante de esta cadena, y la relevancia de su feedback es fundamental para el autor. 

Con mucho cariño, ilusión y un gran esfuerzo por su parte, Merche Diolch ha sabido entender esta máxima y, a pesar de las dificultades que siempre están presentes a la hora de organizar algo de tal magnitud, ha conseguido darle forma y sentido a una idea que surgió casi como una quimera, hasta lograr que dichos encuentros se hayan convertido ya en todo un referente relacionado con la novela romántica de este país. 

Como en todo, con cada nuevo reto hay que superarse, y este III Encuentro RA no va a ser menos. La mejor muestra de lo que os quiero dar a entender es el fabuloso programa que se ha organizado para esta convocatoria, prevista para los días 8 y 9 de febrero de 2013, el cual podéis leer pinchando AQUÍ. El resto, tendréis que descubrirlo por vosotros mismos si os atrevéis a asistir a dichas jornadas, pero dudo mucho que os defraude. 

¡Espero veros a tod@s allí!

martes, 20 de noviembre de 2012

El barco

Todas las noches acudía al mismo lugar. Ese sitio ejercía un gran magnetismo sobre ella desde aquella madrugada en la que se despertó sobresaltada y, sin saber cómo, acabó en la orilla del malecón mirando hacia un punto indefinido del oscuro horizonte mientras aguardaba algo que desconocía. 
El muelle llevaba años abandonado. Solo con pisar el entablado del amarradero y oírlo crujir se notaba que debía de estar medio podrido, pero eso no le impidió realizar sus visitas nocturnas. Aquel lugar la llamaba como un reclamo. Se sentaba en un neumático viejo que alguien había dejado abandonado tiempo atrás, se despojaba de sus zapatos y, sin ninguna prisa, dejaba volar su imaginación a la espera de lo que estaba por llegar. 
Hasta esa noche. El cielo, cubierto de nubes, impedía el paso de la tenue luz de la luna. Parecía la boca de un lobo, por lo que agradeció mentalmente llevar puesto un atuendo tan cómodo como el chándal y las zapatillas de deporte. Así podría moverse con relativa facilidad por aquella zona tan inhóspita. Llegó a su sitio privado, se sentó y esperó. 
Al cabo de unos minutos sintió un extraño estremecimiento e, inexplicablemente, un frío que le corroyó por dentro. No se había levantado viento pero, segundos después, se abrió un claro entre las nubes. Un rayo de luna incidió en la orilla del muelle, haciendo que Susan mirara en aquella dirección. Su corazón le dio un vuelco. La luna llena iluminaba directamente la silueta inconfundible de un galeón. 
Se quedó observándolo durante unos instantes. Después, como accionadas por un resorte, sus piernas se pusieron en movimiento y la condujeron hasta allí. Cuando llegó a la altura del casco levantó la vista y supo, sin lugar a dudas, que el barco estaba embrujado. Era imposible que, en pleno siglo XXI, un navío de esas características, conservado además en perfectas condiciones, estuviera anclado en un puerto abandonado. 
Aunque también supo que aquello era lo que había estado esperando durante tanto tiempo. Agarró con fuerza la escala de soga y comenzó a subir.

El barco©

lunes, 12 de noviembre de 2012

Mi microrrelato La verdad, publicado en la antología Epidermis

Sí, ya sé que voy con un ‘poquito’ de retraso al publicar esta entrada, pero desde hace unas semanas tenía en mente darle un buen lavado de cara al blog, que ya lo necesitaba después de tanto tiempo. Además, quería que la siguiente publicación fuera ya en el nuevo formato. Una cosa llevó a la otra, todo se complicó y… he tardado algo más de lo previsto pero, finalmente, aquí está el resultado: espero que os guste cómo ha quedado mi rinconcito. 

De cualquier modo, el motivo principal de esta entrada no tiene nada que ver con las obras de El Escorial, jajaja. 

Hace unos meses, la Editorial Rubeo promovió una convocatoria de selección de microrrelatos para la edición de una antología, donde la única condición que se imponía era ajustarse a una extensión específica y muy limitada de caracteres: entre 170 y 200 (menos de 50 palabras). Como veréis, contar algo con fundamento en tan poco espacio era todo un reto. 

He tenido la gran suerte de que mi microrrelato, La verdad, haya sido seleccionado para ser incluido entre las páginas de esa antología, titulada Epidermis, la cual está a la venta desde el 20 de octubre. 

¡Estoy muy contenta y quería compartirlo con vosotr@s!